La cal y tus plantas: cómo afecta su crecimiento sin que te des cuenta
Si tienes jardín, terraza con macetas, o simplemente un par de plantas que cuidas con cariño en casa, probablemente riegas con agua del grifo sin pensar demasiado en ello. Pero ¿sabías que la cal presente en el agua puede afectar directamente a la salud de tus plantas?
La mayoría de personas asocia la cal con problemas en tuberías o electrodomésticos, pero en realidad la jardinería también se ve afectada por el agua dura. Y muchas veces, sin darnos cuenta, estamos regando nuestras plantas con una composición que no les sienta nada bien.
¿Por qué el agua con cal afecta a las plantas?
El agua dura es rica en minerales, especialmente carbonato de calcio y magnesio. Aunque estos minerales son esenciales en pequeñas cantidades, cuando el nivel es alto —como ocurre en muchas zonas de España— terminan alterando el equilibrio del suelo.
Lo primero que ocurre es que el pH del sustrato se eleva, haciéndolo más alcalino. Y aunque algunas plantas pueden tolerarlo, muchas otras necesitan suelos ácidos o ligeramente neutros para crecer de forma óptima.
Al modificar el pH, la planta tiene más dificultad para absorber ciertos nutrientes, como el hierro, el fósforo o el manganeso. Esto provoca carencias, aunque el abono esté presente en la tierra. Es como si le pones el plato de comida a alguien, pero con una tapa que no puede abrir.
Señales de que la cal está afectando a tus plantas
Hay síntomas muy claros que indican que el agua dura puede estar interfiriendo en el crecimiento de tus plantas:
- Hojas amarillas con nervaduras verdes: típico de la clorosis férrica, una carencia de hierro provocada por exceso de cal.
- Crecimiento lento o deformado en plantas que antes crecían con normalidad.
- Hojas secas en los bordes o aspecto marchito, a pesar de que las estás regando con frecuencia.
- Manchas blancas en la superficie de la tierra o en los bordes de las macetas: es cal acumulada.
- Plantas ácidas como hortensias o camelias que pierden color o vigor.
Estos síntomas suelen aparecer poco a poco, así que es común no hacer la conexión directa entre el problema y el agua del grifo.

¿Qué plantas sufren más con el agua dura?
No todas las plantas reaccionan igual. Las más sensibles a la cal son aquellas que requieren suelos ácidos o ligeramente neutros. Algunas de las más comunes son:
- Hortensias
- Azaleas
- Camelias
- Helechos
- Gardenias
- Rosales
- Ficus
- Plantas aromáticas como la albahaca o el orégano
En cambio, algunas especies toleran mejor el agua con cal, como los cactus, suculentas o lavanda, pero eso no significa que sea lo ideal para ellas a largo plazo.
Cómo reducir el impacto de la cal en tus plantas
La solución no siempre es cambiar de agua (aunque es una opción), pero sí hay formas de minimizar el daño y cuidar mejor tu jardín o tus macetas.
1. Recolecta agua de lluvia
Es gratuita, no contiene cal y tus plantas la agradecen. Puedes instalar un pequeño depósito en tu terraza o jardín para recolectarla durante el año.
2. Deja reposar el agua del grifo
Si no tienes otra opción, deja reposar el agua en una garrafa durante 24 a 48 horas. Parte de la cal se sedimenta o evapora, aunque no es una solución total, puede ser útil.
3. Utiliza vinagre o limón para acidificar
Añadir unas gotas de vinagre blanco o limón al agua de riego puede ayudar a contrarrestar el efecto alcalino. No abuses, ya que un exceso también puede dañar las raíces.
4. Instala un descalcificador ecológico
Un sistema como Vulcan, que no elimina minerales pero sí modifica su comportamiento, puede ayudarte a mantener una mejor calidad de agua para tus plantas. Al evitar que la cal se adhiera o reaccione con el entorno, se reduce el impacto en las raíces y el sustrato.
5. Controla el pH del suelo
Utiliza tiras medidoras o un medidor digital para comprobar el nivel de acidez de tus macetas o jardín. Si el pH está muy alto, puedes aplicar correctores de suelo específicos para acidificarlo.
En resumen
La cal en el agua no solo afecta a electrodomésticos y tuberías. Tus plantas también pueden sufrir las consecuencias, mostrando carencias, pérdida de vigor y problemas de crecimiento. Detectar a tiempo los síntomas y aplicar soluciones sencillas puede marcar la diferencia entre un jardín saludable o uno que lucha por sobrevivir.
Si riegas con agua del grifo en una zona de agua dura, es hora de plantearte cómo mejorar su calidad. Tus plantas —y tu bolsillo— te lo agradecerán a largo plazo.