Mantener la piel hidratada y sana es una lucha diaria, y el agua que consumes juega un papel crucial en este proceso. Sin embargo, la calidad del agua que utilizas puede afectar directamente la hidratación de tu piel. En este artículo, exploramos cómo el agua dura y la presencia de sal en el misma pueden impactar la salud de tu piel. También discutiremos las regulaciones gubernamentales que garantizan la seguridad y salud de la población al establecer límites precisos para el contenido de sodio en el agua que consumimos. Ofrecemos consejos prácticos sobre cómo mantener una piel naturalmente hidratada con una única inversión.
Cómo Afecta el Agua a tu Piel
El agua que utilizamos en nuestro día a día puede tener un impacto significativo en la salud de nuestra piel. La presencia de cal en el agua puede actuar como un velo, impidiendo que la hidratación natural fluya hacia nuestra piel y cuero cabelludo. Esto puede llevar a una piel reseca e irritada, lo cual, a largo plazo, puede propiciar la aparición de arrugas y un envejecimiento prematuro. Por otro lado, el exceso de sal en el agua puede causar deshidratación, lo cual puede hacer que la piel se sienta áspera y escamosa. Es aquí donde debes valorar una solución efectiva
Los Efectos del Agua en tu Piel
Como hemos visto, la calidad del agua que consumimos puede afectar directamente la hidratación de nuestra piel. Pero, ¿qué pasa con el agua que utilizamos para bañarnos y lavar nuestra ropa? También puede afectar nuestra piel. Si el agua que utilizamos tiene un alto contenido de cal, esta puede actuar como un velo sobre nuestra piel, impidiendo que la hidratación natural fluya hacia nuestra piel y cuero cabelludo. Por otro lado, si el agua que utilizamos tiene un alto contenido de sal, esto puede causar deshidratación, haciendo que la piel se sienta áspera y escamosa.
El Papel de las Regulaciones Gubernamentales
Para garantizar la seguridad y salud de la población, es necesario que las autoridades competentes establezcan normas y regulaciones sobre la calidad del agua que consumimos. En Europa, la Directiva sobre el Agua Potable (98/83/CE) establece un límite preciso de 200mg/litro para el contenido de sodio en el agua que consumimos. Este límite se basa en evidencia científica que sugiere que el sodio en altas concentraciones puede causar deshidratación y otros problemas de salud.
En España, estas regulaciones se traducen en el Real Decreto 1620/2007, que establece los requisitos de calidad del agua potable y los controles sanitarios aplicables a los sistemas de abastecimiento de agua para el consumo humano. Este real decreto establece un límite de 200mg/litro para el contenido de sodio en el agua que utilizamos para beber, cocinar y cualquier otro consumo de boca.
Estas normativas garantizan que el agua que llega a nuestras casas es segura y saludable, lo cual es fundamental para prevenir irritaciones y mantener una piel sana. Además, evitan el uso excesivo de sales, lo cual puede causar deshidratación y empeorar la sequedad de la piel.
Para ser aún más clara. Cuando el agua pasa por un descalcificador de sal, para eliminar la cal, proporciona más de 200 mg/l al agua, más de los parámetros permitidos por la UE. Es decir, el agua de tu casa ya deja de ser potable… En este caso se requiere de un punto de agua obligatorio para el consumo que no pase por el descalcificador o que en sus efectos elimine el exceso de sal, como podría ser la Osmosis Inversa.
Consejos Prácticos
Mantener una piel naturalmente hidratada no requiere el uso de costosos productos de cuidado de la piel. Aquí tienes algunos consejos prácticos que puedes seguir:
- Ser consciente de la calidad de tu agua: Asegúrate de que el agua que consumes y que utilizas en tu higiene diaria sea de buena calidad. Si notas que tu piel está reseca e irritada, puede ser un signo de que el agua que estás usando no es adecuada.
- Hidrátate desde Adentro: No olvides que la hidratación de tu piel también depende de tu estado interno. Beber suficiente agua a lo largo del día es esencial para mantener la piel hidratada y sana.
- Usa Productos Naturales y Sin Químicos: Opta por productos de cuidado de la piel que sean suaves y estén libres de fragancias y colorantes artificiales. Los productos químicos agresivos pueden dañar la piel y empeorar su sequedad.
- Evita los Baños Calientes y las Duchas Prolongadas: Aunque pueden ser relajantes, los baños calientes y las duchas prolongadas pueden resecar la piel. Opta por agua tibia en lugar de caliente y limita tus baños a unos pocos minutos.
- Protege tu Piel del Sol: Siempre aplica protector solar antes de salir al sol, incluso en días nublados o frescos. Los rayos UV pueden dañar la piel y causar resequedad.
- Utiliza un Humidificador: Si vives en un ambiente seco, especialmente en invierno cuando los sistemas de calefacción están encendidos, un humidificador puede ser de gran ayuda para mantener la piel hidratada.
- Come Sano: Una dieta equilibrada y rica en frutas, verduras, y ácidos grasos omega-3 puede favorecer una piel sana e hidratada.
El agua que utilizamos diariamente puede tener un impacto significativo en la salud de nuestra piel. La presencia de cal en el agua puede obstaculizar la hidratación natural de nuestra piel, mientras un exceso de sal puede causar deshidratación. Es importante mantener un equilibrio y asegurarse de que el agua que consumimos sea de buena calidad, no solo por nuestra salud en general, sino también por la salud de nuestra piel. Con un poco de atención y los consejos prácticos adecuados, ¡podemos mantener nuestra piel naturalmente hidratada y saludable sin gastar una fortuna en productos de cuidado de la piel!
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